Venezolanidad


El otro día me encontraba en una discusión acalorada con un progre, debatíamos acerca de la situación país y las catástrofes de los gobiernos de izquierda en el mundo. De repente entra en la rebatiña una necesidad de sentirse venezolano, era como la excusa perfecta para justificar su acérrimo apoyo a una ideología. Él, nacido en Colombia y traído desde muy joven, alegaba ser más venezolano que yo por el hecho de que llevaba más de 30 años viviendo aquí y haber obtenido su nacionalidad, además de haber participado activamente en alguno de los planes sociales durante el gobierno de Hugo Chávez, en el que asegura haber ayudado a mucha gente.

Yo, por mi parte, en ese contexto, habría ganado la guerra por la Venezolanidad, por el simple hecho de haber nacido en territorio venezolano, que ya es bastante prueba de Venezolanidad desde el punto de vista legal. Pero no soy más venezolano por el hecho de haber nacido aquí (la indiferencia y la falta de nacionalismo abunda en este mundo). Soy más venezolano porque mi nacionalismo no se debe a una ideología partidista, soy más venezolano porque considero más importante la vida, la dignidad y los derechos humanos de una persona que las riquezas y recursos naturales y minerales de mi país, soy más venezolano porque el yoísmo no predomina en mi ser, soy más venezolano porque me gusta gritar y gastar más que callar y recibir, y soy más venezolano porque sé los que es Venezuela, Venezuela no es petróleo y Gas, Venezuela es su gente, es cultura, es libertad, es vida, es prosperidad y felicidad.

La conversa terminó con un trasfondo de que cada vez es más difícil defender lo indefendible.

la imparcialidad y la objetividad solo se usan mientras se llega a la verdad, y cuando se llega a la verdad se puede seguir siendo objetivo, pero es necesario parcializarse. Ni tu verdad, ni mi verdad son verdades absolutas, pero sí somos humanistas en algo han de coincidir.

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